Orinoterapia.
“La sapa vino pariendo
cerca de la Cruz del Perdón.
Y el sapo lo celebraba
con su botella de ron”.
Sapo.
Golpe
Guayanés
Alejandro
Vargas.
En este país cada vez que algo nuevo aparece le ponen como nombre emergente, de allí que hayan viñas emergentes, políticos
emergentes, países emergentes. Hasta se han
puesto de moda las llamadas terapias emergentes. Entre ellas, una que me
parece un poco extraña: orinoterapia. Es decir la gente se toma parte de su
propia orina en la mañana. No tengo idea si sea efectiva, no tengo idea si cure
algo. No tengo idea si tomarse la orina tenga algún efecto terapéutico, lo que
no puedo negar que es lo más emergente que
he oído.
Nosotros tenemos la costumbre de celebrar el nacimiento de nuestros
hijos como el sapo de la canción. Es normal que cuando tienes un hijo, vengan
los amigos a tomarse los meaos. Una forma graciosa en que denominados la
primera visita de amigos y familiares a conocer a nuestros hijos. En Ecuador
llaman a eso “poner el niño a la orden”.
Recuerdo que una vez, por casualidad, me encontré con un vecino, cuya esposa estaba embarazada,
a la entrada de una clínica en medio de las carreras y las angustias de última
hora. A los pocos días en la entrada del edificio me lo volví a encontrar y,
por simple buena educación, pregunté por su señora. Me indicó que estaba bien y
que “el niño estaba a la orden”. Le
di las gracias y nunca más volví a preocuparme por ese detalle. Al tiempo
descubrí que él tomó el hecho de no
haber ido a visitarlos como un desprecio; y yo tratando de ser cortés y
educado.
Cuando nació Mariagracia advertí a algunos amigos que los esperaba en
casa para tomarnos los meaos. Previendo que algún amigo emergente y muy literal no se fuera a
confundir con la moderna terapia, me di a
la tarea de explicarle que es nuestra forma de “ponerles la niña a la orden”. Algunos se rieron de nuestra
particular manera de llamar ese día especial en la vida de todo padre.
Tres días después vinieron los amigos más queridos a casa a conocer la pequeña
gota de rocío. Unos más que otros se sorprendieron de nuestra costumbre
de celebrar el nacimiento con ingentes cantidades de whisky; rápidamente
establecieron la relación entre la celebración y el color acaramelado del
licor.
Para los chilenos es una
atrocidad molestar a los nuevos padres
con una visita mayor a los 20 minutos. La visita se limita a llevar un presente y algún detalle para los
hermanos mayores, para que no se sientan celosos, 20 minutos máximo. Domingo Martínez un chileno, muy amigo de la
casa, se saltó todas las normas de la etiqueta y se quedó hasta bien entrada la
noche fascinado con nuestra idiosincrasia tropical y bullangera, dimos cuenta
de una par de botellas de Dewar’s. Si no hubiera sido por él me habría tenido
que tomar todo ese meao yo solito.
Año 2001
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