La máquina de inventar recuerdos.
Préstame tu
máquina, para yo coser
Yo no tengo
máquina, se me echó a perder.
Merengue
Venezolano.
Gracias a
una Alicia que me envió mi buen amigo José Luis Cunha, quien se ha incorporado
a esta forma de narrar las cosas -a| ratos- con más entusiasmo que el mío,
descubrí que nunca le habíamos hecho un merecido homenaje a la máquina de
escribir, esa que nos acompañó desde el bachillerato hasta la universidad,
donde groseramente nos deshicimos de ellas rendidos ante el encanto de las PC y
los procesadores de palabras.
La Alicia
de José inicia de una manera extraña, ya que nos cuenta que ha regresado a las
Alicias, pero también (contrariamente a lo que está sucediendo) nos cuenta que
ha regresado al país, es decir mi buen amigo vive en una especie de exilio pa’dentro. Imagino que se le
mezclan los recuerdos y las añoranzas. Si me tocara regresar a vivir ahora a
Venezuela no imagino cómo podrían ser mis Alicias si a más de contarme a
Venezuela, tuviera que contarme también el Ecuador.
Con José Luis
nos conocimos hace un mojonal de años, porque gracias a la providencia alguna
Alicia mía llegó a su correo electrónico, y desde ese momento nos hicimos
panas. Pero fue muchos años después cuando nos vimos frente a frente en el
aeropuerto de Lima y por fin nos pudimos dar un estrechón de manos y el abrazo
respectivo, pero gracias a las Alicias ya éramos amigos.
Él regresó
al país y yo regreso a las Alicias luego de unos años de distancia, no las
volví a escribir en parte porque me era muy difícil y en parte porque el poco
tiempo libre se lo he dedicado a la crianza de mi pequeña Caraotica. Ahora ella
–entrando a la adolescencia- empieza a
reclamar otras cosas, menos cuidados y más atención.
Ayer, sin
ir muy lejos me pidió leer una de esas Alicias de las que tanto hablo, pero que
ella no había leído y le dije que al llegar a casa buscara en su gmail, porque
le había enviado una, como botón para muestra. Espero que las Alicia me ayuden
a generar con mi hija, como lo hizo con José Luis, otra forma de comunicarnos
ya que un café en Sweet&Coffe a veces no basta.
Ojalá que
las Alicias a las que vuelvo nos permitan a José, a Mariagracia y todos los que
se incorporen a esta manera de contarnos las cosas un espacio para: Reconstruir
la memoria del país que teníamos.
Año, 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario