Crónicas de un exilio voluntario

Crónicas de un exilio voluntario
Aquiles Nazoa

miércoles, 9 de marzo de 2016

Quedaba Uno....



Con esa frase terminaba uno de los comerciales más memorables de la televisión venezolana. A lo mejor ustedes no lo recuerdan, porque son muy jóvenes, pero a mí no se me borra de la mente. Para recordarlo deben dejar caer, disimuladamente, la cédula. Era un comercial de televisión de años sesenta.

Era un comercial a blanco y negro como toda la televisión de aquella época,  era animado y muy sencillo, por eso quizás fue tan efectivo. El comercial contaba la historia de un cavernícola que buscaba afanosamente un dinosaurio, mientras un locutor en off le explicaba que los dinosaurios estaban extintos hace millones de años.  

El cavernícola entraba en el libraco de las Páginas Amarillas para salir  de allí arrastrando un dinosaurio y le decía al locutor “Quedaba Unoooooo”.  Sobre las páginas amarillas cayó el meteorito de la Internet que las extinguió, tengo años que no abro una y no tengo idea si aún se publican.

La política venezolana se parece mucho a las páginas amarillas, se puede encontrar todo lo que uno quiera si se tiene la paciencia de buscarlo.

Nuestra política cuartelaría dominó todo el siglo XIX para inaugurar el siglo XX con la dictadura de Juan Vicente Gómez quizá el más feroz de aquellas bestias paleolíticas.

La Generación del 28 debió esperar que el tiranosaurio muriera para poder hacer su entrada a la política nacional, lo logró. Por más de setenta años aquellos jovencitos de 1928 dominaron, de una u otra forma,  la escena política venezolana. A veces en el gobierno, a veces en la oposición, a veces conspirando y otras veces denunciando conspiraciones.

La política venezolana estuvo signada por más de 70 años por la llamada generación del 28, quienes fueron vivo ejemplo de animales que luchan contra su extinción. Las lagartijas del carnaval de 1928 crecieron convirtiéndose en nuevos dinosaurios. Nada escapaba a fauces. Nuestro siglo XX fue el siglo de ellos. Y para demostrarlo su último exponente nos regaló un meteorito que se estrelló sobre la política venezolana.

En diciembre de 1998 aquel meteorito se estrelló con potencia en la política venezolana y el cataclismo arrasó con aquellos dinosaurios. Las viejas maquinarias políticas sucumbieron frente a la potencia del paracaidista que aterrizó en la política venezolana. La era de la generación del 28 parecía que había llegado a fin.

Muchos tenían la esperanza de que algo nuevo que se estuviera gestando al interior de nuestra política. Algunos pensaron que al fin le habíamos dado alcance al futuro y que habíamos llegado arribado a una nueva era.

Claro que no fue así, nuestra política siempre guarda animales peligros y la nueva fauna no solo no era mejor que la anterior, era aun más paleolítica. Pero arrasados los partidos tradicionales y la generación del 28 finalmente extinta. La nueva fauna se dedicó a lo suyo. pensado que los viejos dinosaurios estaban extintos podrían gobernar por siempre y de la manera más impune.

Pero la política venezolana se parece a las Páginas Amarillas y resultó que quedaba Uno.



Reescrito, febrero 2016.

Amarillo es lo que luce...

                                                                                                                                                                                                             

Te vestiste de amarillo
pa' que no te conociera
amarillo es lo que luce
verde nace donde quiera
Los tucusitos.



Hace ya muchos años que vivo en Ecuador. Cuando vine a vivir acá por supuesto que al venirme, como todo venezolano, me traje unos kilos de Harina Pan, pero más temprano que tarde se acabaron y sentí desfallecer. En los supermercados de aquellos años no se encontraba, como se encuentra ahora, Harina Pan.  Pero en Ecuador había un sustituto Maizabrosa. En aquellos años había una versión de maíz blanco y otra de maíz amarillo, por supuesto que compré la de Maíz blanco. No era igual pero era un buen sucedáneo.

Para los venezolanos arepas son blancas, en mi vida nunca había comido arepas de maíz amarillo, excepto una vez en mi vida. Por los años 80 algún problema de desabastecimiento (quizás para provocar un aumento de precio) la harina blanca desapareció y mi madre se vio obligada a comprar una marca de harina de maíz amarillo, creo que se llamaba Promasa. Comimos arepas amarillas un par de semanas hasta que se arregló el problema de desabastecimiento, en la cuarta república los problemas de escasez se resolvían en un par de semanas a lo sumo. Así fue mi brevísima experiencia con la harina de maíz amarillo.

Pero un buen día la Maizabrosa blanca también desapareció del mercado, pero no era un problema de desabastecimiento, simplemente creo que yo era el único que la compraba y no la produjeron más. Así fue como sin querer debí echar mano al maíz amarillo. Así fue como pasé años comiendo con resignación arepas amarillas, al punto que nos hemos acostumbrado. Nos hemos acostumbrado tanto que ahora que hay Harina Pan y algunas otras marcas colombianas de harina de maíz precocido todas blancas. Creo que me he acostumbrado a su sabor y porque me parece una traición a una marca que me acompañó muchos años seguí comprando la Maizabrosa.

Mariagracia nació en el imperio de la Maizabrosa y las arepas amarillas, muchos años las comió con ese color, al punto de que en viaje que hicimos juntos a Caracas, para el desayuno mi hermana me preguntó que queríamos desayunar y le dije que comeríamos arepas y que no se preocupara porque a ella le gustaban mucho.

Tranquilamente Mariagracia se comió su arepa, gratamente sorprendida de que “en mi país” las arepas fueran tan grandes y con mucha masita dentro, cosa que a ella le encanta. Desayunamos, lavamos los platos y la preguntarle si le habían gustado las arepas de la casa de mi madre  me contestó que sí, pero no sin antes preguntarme “¿por qué “en tu país” las arepas son blancas?”.


Año, 2006.