Así
es nuestra tradición.
Una gaita
aquí, una gaita allá,
Un homenaje
a la Chiquinquirá.
Un palito
aquí, otro más allá....
Así es
nuestra Navidad.
Fiesta decembrina.
Cardenales del éxito.
En los años que vivimos en
Chile nuestra Carolina estudió en un colegio de monjas, el Villa María Academy.
Al principio lo odió con toda sus fuerzas, al venirnos lloró durante días por dejar su colegio. Era un
buen colegio y creo que Carolina disfrutó el par de años que pasó allí. Cuando
llegó a tercer grado hubo que empezar a preparar la Primera Comunión. Como buen
colegio de congregación lo
involucraban -o al menos lo intentaban-
a uno con las actividades de la pastoral. Así que la preparación de la
Primera Comunión que en cualquier colegio laico no consumiría más de un par de
meses en el Villa María se llevaba un poco más de un año. Ya metidos es este
lío de la preparación de la Primera
Comunión de Carolina nos tuvimos que incorporar a un grupo de reflexión
bíblica.
Los primeros miércoles de cada mes nos reuníamos en casa de alguno de
los padres para conversar sobre las enseñanzas católicas. En la forma que la
pastoral organizaba las charlas cada semana le tocaba a una pareja prestar la
casa y preparar los refrigerios y a otra preparar la charla. Catalina, que sabe
que no soy exactamente muy piadoso, cuando nos tocó a nosotros ella se reservó
la preparación de las viandas y me dejó la preparación de charla. Tal vez ella,
ingenuamente, pensó que eso me ayudaría a llegar algún día al cielo.
Por azar, nos tocó como tema Los Días del Adviento. Yo no tenía de
aquella tradición mayor referencia que
haber oído de ella alguna vez a Celia Soonets
(argentina de ascendencia estoniana y sirva esto como fe de erratas) y
siempre me pareció que no era más que una tradición nórdica, siempre creí que
era una tradición nacional como para nosotros lo es el pesebre navideño, el pan
de jamón o el amigo secreto.
Coincidió la charla con nuestra partida, así que nos tocó despedirnos y
hablarles al resto del grupo de la preparación de las navidades. Claro que
traté de ceñirme a las enseñanzas bíblicas y por unos 5 ó 6 minutos lo logré.
Si me hubiera tocado cualquiera de los otros 13 temas, o si Catalina no
hubiera tratado de comprometerme, hubiera sido más piadoso, pero allí parado
frente a un montón de gente que, a pesar de haberme visto por casi todo un año,
no sabían quién soy. Puesto allí en los primeros días de noviembre y con las
ganas de ir a oír gaitas en el Hawaii Kai no pude resistir de hablarles de mis
gaitas. De mi cassette de gaitas que me ha acompañado todos estos largos años
de exilio voluntario. No me pude resistir en explicarles que las navidades
inician con la feria de La Chinita, que para mí no hay acto más piadoso que dedicar
estos últimos dos meses del año a las gaitas decembrinas.
Ellos en vano trataban de imaginar cómo sería aquella música y noté en
sus ojos que se imaginaban coros de iglesias y esas cosas. Fue allí cuando les
aclaré que nuestras gaitas estaban más cerca de la salsa que de la música
escocesa.
Pude ver el horror dibujarse en los rostros de algunos. Tuve que
explicarles que para nosotros la Navidad es fundamentalmente alegría y que
cuando estamos alegres, no sé por qué, le provoca bailar.
Año, 2001.
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