El
secreto de la hallaca.
El
secreto está en el guiso
Y en lo
suave de la masa
ya
encargaron cien hallacas
¡ay!
Mira qué compromiso
Gaiteros
de El Tablazo.
Hace muchos años, el primer diciembre que pasamos en Caracas al llegar
de El Tigre, mis hermanas pensaron en hacerle
cariños a mi madre preparando ellas las hallacas. Pero
para darle la gran sorpresa no le pidieron la receta. En aquella época vivía de
allegada en nuestra casa la señora
Geraldina. Esta cariñosa señora, gustosamente, se ofreció guiarlas en el delicado arte de hacer hallacas.
En realidad su ayuda consistió en, de vez en cuando, pasar cerca de la cocina y decirles: “el secreto de la hallaca está en la masa. Al
poco rato volvía a pasar y les decía: “el
secreto de la hallaca, está en el guiso”. Se iba sin otra consideración
para volver al rato y decirles: “el
secreto de la hallaca, está en las hojas”. Para no hacerles largo el
cuento, aquellas hallacas quedaron horribles y nadie pudo comerlas. Con los
años mis hermanas descubrieron en dónde estaba el secreto de la hallaca y desde
aquel día, todos los diciembres, alguien se acuerda de la señora Geraldina.
El primer año que pasé fuera de Venezuela, al llegar diciembre, mi
paladar comenzó a extrañar el sabor característico de nuestra tierra. Pero lo
resolví fácilmente, me hice invitar a pasar el 24 de diciembre a la casa de
Carlos León, un venezolano que compartió parte de este exilio voluntario. Carlos
León trabajaba, en aquellos años, en la Pepsi-Cola, pero su casa era una especie de sede alterna de la
Embajada de Venezuela. De hecho a su esposa Elizabeth, un poco en broma un poco
en serio, la llamábamos la cónsul. En su casa de Los Ceibos nos reuníamos a
compartir algo de nuestro sabor característico. Un par de veces me aparecí con
una tarrina con dulce de lechosa.
En estos días conocí a una chica que había vivido muchos años en
Caracas. Hablando de las navidades y las gaitas me dijo que extrañaba las
hallacas. Había en sus palabras, casi, una invitación a que tratara de
reproducirlas aquí. Hice algún comentario a la Harina Pan; pero me indicó
rápidamente que se conseguía en El Jumbo. Que era cara, pero se conseguía. Le ofrecí oír gaitas en mi casa,
pero con un poco desconsuelo, me dijo que ella tenía gaitas en su casa. Casi me
ofrezco a tratar de hacer unas pocas hallacas, pero me contuve. En realidad
odio hacer hallacas.
Mi cumpleaños es el 22 de diciembre y,
desde aquel día fatídico en que mis hermanas se les ocurrió ponerse a
inventar, mi cumpleaños quedó instituido
como el día oficial de la comida navideña. Por eso nunca me gustó hacer
hallacas; pasé muchos cumpleaños limpiando hojas de hallaca.
Para salirme del apuro en que me puso Andrea Cruz, al acordarme de la
señora Geraldina, le dije que hacer hallacas tenía su secreto y que yo no sabía
dónde estaba. Andrea me miró raro y se marchó sin entender.
Año 2001
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