De que vuelan, vuelan.
Vamos a ver
Aquí veo un nombre
el nombre es Luis
Si señor
Luis se llama el candidato
que va a ser el ganador
el apellido mijito
en mi bola no se ve bien
pero tiene siete letras
siete letras puedo ver.
Aquí veo un nombre
el nombre es Luis
Si señor
Luis se llama el candidato
que va a ser el ganador
el apellido mijito
en mi bola no se ve bien
pero tiene siete letras
siete letras puedo ver.
Billos Caracas Boy´s
De los programas de radio que más extraño de la radio venezolana de
principio de los setenta es Nuestro
Insólito Universo, esos cinco minutos recorriendo las cosas más
extrañas e inverosímiles eran un espacio refrescante de la radio. La voz de
Porfirio Torres (¿Era él?) se hizo
famosa en la radio venezolana. No hay caraqueño de mi generación que no haya
oído el bendito programa; que no pasara esos cinco minutos pegado a la radio
esperando el desenlace de la pequeña trama llena de insólitas historias. Sin
duda, lo extraño y lo insólito es atractivo. Tal vez en Venezuela tanto como en
el resto del mundo.
En estos días, visitaba a unos
amigos y por una de esas casualidades nos pusimos a hablar de los horóscopos y
de las posibilidades explicativas de los
signos. Como en cualquier conversación cada uno toma partido. Lo mismo pasa
cuando se discute la existencia de Dios, lo creyentes no podrán ser convencidos
de lo contrario y viceversa.
Sin embargo, como en cualquier
conversación los temas suelen profundizarse y nos vamos alejando del tema
central, más allá de la posibilidad predictiva de los astros, lo que al final
terminó capturando mi atención fue la seguridad que había en Marcos Vallejo de
que cualquier concesión que yo hiciera al terreno de lo sobrenatural era
atribuida a mi nacionalidad.
No soy un experto; pero
confieso que, hasta cierto punto, me he visto atraído por los astros y su
capacidad predictiva. Tal vez sea la llamada Era de Acuario y todo el despertar
cósmico, tan de moda en Venezuela: léase
Carlos Fraga y todo su séquito de astrófilos. No estoy convencido de que eso sea una verdad
absoluta, pero hay cosas que
asombrosamente coinciden.
Gracias a la telenovela
venezolana, al menos para Marcos, nos hemos ganado la fama de seres llenos de
supersticiones y que nos gusta más una lectura de cartas que un
plato de caraotas. De la misma forma no soy un experto en
telenovelas, pero al parecer en todas las novelas venezolana siempre hay un curioso,
nombre simpático con el que aluden en el
oriente venezolano a los curanderos.
Nuestra afición por lo
esotérico nos ha llevado a pronosticar candidatos presidenciales y a enjuiciar
a astrólogos por sugerir de decadencia de algún presidente. En Hungría, para
variar lo vi en CNN, la cosa se ha vuelto más pedestre y algunos sugieren que
los curiosos
deberían pagar impuestos como cualquiera otro profesional liberal.
Recuerdo una graciosa canción
de la Billo´s Caracas Boys, en donde el brujo atinaba al próximo presidente
aludiendo a aspectos que tanto Piñerúa como Luis Herrera tenían en común. Algo
que supongo revela el sustento predictivo de todo lo esotérico: pronosticar lo
obvio. Pero más allá de la canción de la
Billo´s hagamos un profundo análisis de
conciencia: quien no conoce de una señora que es bien buena, de un señor que vive por Antímano, pero que vale la pena
el viaje, porque el tipo buenísimo. Quién en Venezuela, no ha
sellado un cuadrito de caballos o se ha mandado a leer cartas, aunque sea una
vez.
Año, 1997
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