Crónicas de un exilio voluntario

Crónicas de un exilio voluntario
Aquiles Nazoa

jueves, 19 de noviembre de 2015

El secreto de la hallaca


El secreto de la hallaca.


El secreto está en el guiso
Y en lo suave de la masa
ya encargaron cien hallacas
¡ay! Mira qué compromiso

Gaiteros de El Tablazo.

Hace muchos años, el primer diciembre que pasamos en Caracas al llegar de El Tigre, mis hermanas pensaron en hacerle cariños  a mi madre preparando ellas las hallacas. Pero para darle la gran sorpresa no le pidieron la receta. En aquella época vivía de allegada en nuestra casa la señora Geraldina. Esta cariñosa señora, gustosamente, se ofreció guiarlas  en el delicado arte de hacer hallacas.

En realidad su ayuda consistió en, de vez en cuando,  pasar cerca de la cocina y decirles: “el secreto de la hallaca está en la masa. Al poco rato volvía a pasar y les decía: “el secreto de la hallaca, está en el guiso”. Se iba sin otra consideración para volver al rato y decirles: “el secreto de la hallaca, está en las hojas”. Para no hacerles largo el cuento, aquellas hallacas quedaron horribles y nadie pudo comerlas. Con los años mis hermanas descubrieron en dónde estaba el secreto de la hallaca y desde aquel día, todos los diciembres, alguien se acuerda de la señora Geraldina.

El primer año que pasé fuera de Venezuela, al llegar diciembre, mi paladar comenzó a extrañar el sabor característico de nuestra tierra. Pero lo resolví fácilmente, me hice invitar a pasar el 24 de diciembre a la casa de Carlos León, un venezolano que compartió parte de este exilio voluntario. Carlos León trabajaba, en aquellos años, en la Pepsi-Cola, pero su casa  era una especie de sede alterna de la Embajada de Venezuela. De hecho a su esposa Elizabeth, un poco en broma un poco en serio, la llamábamos la cónsul. En su casa de Los Ceibos nos reuníamos a compartir algo de nuestro sabor característico. Un par de veces me aparecí con una tarrina con dulce de lechosa.

En estos días conocí a una chica que había vivido muchos años en Caracas. Hablando de las navidades y las gaitas me dijo que extrañaba las hallacas. Había en sus palabras, casi, una invitación a que tratara de reproducirlas aquí. Hice algún comentario a la Harina Pan; pero me indicó rápidamente que se conseguía en El Jumbo. Que era cara, pero  se conseguía. Le ofrecí oír gaitas en mi casa, pero con un poco desconsuelo, me dijo que ella tenía gaitas en su casa. Casi me ofrezco a tratar de hacer unas pocas hallacas, pero me contuve. En realidad odio hacer hallacas.

Mi cumpleaños es el 22 de diciembre y,  desde aquel día fatídico en que mis hermanas se les ocurrió ponerse a inventar,  mi cumpleaños quedó instituido como el día oficial de la comida navideña. Por eso nunca me gustó hacer hallacas; pasé muchos cumpleaños limpiando hojas de hallaca.

Para salirme del apuro en que me puso Andrea Cruz, al acordarme de la señora Geraldina, le dije que hacer hallacas tenía su secreto y que yo no sabía dónde estaba. Andrea me miró raro y se marchó sin entender.

Año 2001



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