Crónicas de un exilio voluntario

Crónicas de un exilio voluntario
Aquiles Nazoa

miércoles, 3 de febrero de 2010

La Quema de Judas.


Pantalón de cotonía,
zapatos sin dirección
casaca federalista
basura por corazón,
va el pobre Judas de Cagua;
lo agarró la Comisión
y el pueblo, encendido en gritos,
lo sigue como un hachón.
 
Aquiles Nazoa.

Fue el nombre de una película setentiana  de la que no recuerdo nada, probablemente porque no la vi y si la vi no la recuerdo. Fue una  de tantas películas venezolanas que como leiv motive (¿se escribirá así?) tenían el eje subversión-marginalidad que tantas películas engendró en el último tercio de nuestro siglo pasado. No sé por qué hubo tantas películas sobre marginalidad. No sé por qué la marginalidad maravilló tanto a los cineastas setentianos. Hoy, unos pocos años después, la delincuencia en  Venezuela ya no merece una película, son una serie televisiva de entregas diarias. En todo caso lo único que recuerdo de aquella película fue que la dirigió y protagonizó Miguel Angel Landa.

Hoy creo que Miguel Angel anda lejos de cine, en esa empresa probablemente perdió más de una camisa ya que fuera de Hollywood pocos logran vivir del cine. Hoy lo veo los domingos en Bienvenidos; es un programita con pocos méritos, a más de hacernos ver un par de actrices cómicas con fabulosos cuerpos que parecen - y son - hechos mano y uno que otro chiste. Pero en todo caso sirve para la nostalgia poder recordar al sempiterno Nino Frescovaldi y al, nunca bien ponderado, Comenabos.

Esa costumbre tan venezolana de quemar a Judas el Domingo de Resurrección tiene un correlato parecido los 31 de diciembre en Ecuador con lo que ellos llaman El Año Viejo. Con la misma receta que nos muestra Aquiles Nazoa  en  diciembre se prepara un muñeco, al que se le suele añadir una generosa porción de triqui-traquis, para ser quemado a las 12 de la noche, no si antes propinarle algunas patadas y puñetes. Cada año es quemado y cada cual puede personificar su año viejo con el personaje de su gusto. Es interesante ver en los días finales del año como prospera una industria de muñecos de aserrín y de caretas. El único diciembre que Abdalá Bucaram estuvo en el poder, antes de ser derrocado gracias a  un par de semanas de multitudinarias protestas populares, emitió un decreto que prohibió que se hicieran caretas con su rostro, lo que no impidió que fuera quemado en más de una casa.

Más allá de las connotaciones políticas que tiene la quema del año viejo es una costumbre muy pintoresca. Unos pocos días antes del fin de año las calles se llenan, especialmente en provincias, de gente que impide el paso con una cuerda y a los que hay que dar una pocas monedas. Siempre hay uno o dos hombres vestidos de mujer que son los que piden el dinero son las llamadas viuditas.  Puede resultar un poco grotesco ver a estos hombres vestidos de mujer. Cuando los vi, por primera vez, no pude evitar acordarme de las fiestas de carnaval en las que alguno, y sin pedirte ni medio, disfrazado de negrita preguntaba a todos: ¿a que no me conoces?

 

Enero, 2002

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